"Por casualidad, un diabético descubrió las primeras botellas en 2002. Esa persona pensó que ese vino, por ser ecológico, no le iba a dañar su salud. Cuando se dio cuenta que no afectaba su glucemia como cualquier otro vino convencional, vino a vernos a la empresa", cuenta Juan José Arocena, el viticultor que descubrió así su nuevo concepto comercial. "Seguramente, los vinos no tenían azúcar hasta hasta que se empezaron a descubrir los fungicidas y herbicidas, solo que nadie lo investigó en esa época. La diabetes no era un problema como hoy".