Si la Unión Soviética vio amenazada alguna vez su existencia por la presión de un poder exterior, lo fue sin duda en el otoño de 1942, durante los primeros compases de la Batalla de Stalingrado, que la Alemania nazi parecía dispuesta a ganar a cualquier precio. Cuando las divisiones alemanas se abrían paso desde la Fábrica de Tractores hacia la línea de defensa de la Fábrica Barrikadi, Chuikov, el 17 de octubre de 1942 por la noche, trasladó su cuartel general una vez más. Terminó en la orilla del Volga, a la altura del Mamaev Kurgan.