“Nunca, en mis cuarenta años de carrera profesional, había visto un caso semejante, con tanta complejidad”, declaró uno de los técnicos en la vista oral, celebrada ayer en el Penal número 1 de Jaén. No es para menos. Este inspector pasó más de cinco años tras las andanzas empresariales de Enrique F. I. Desde una refinería en Mengíbar hasta el pequeño estado norteamericano de Delaware, considerado un paraíso fiscal, pasando por otras sociedades del Reino Unido o las Islas Caimán. Un ejercicio de ingeniería propia de Wall Street.