Los que alaban hoy a Suarez fueron ayer unos miserables traidores a la libertad. El gran pacto fué el de Santiago Carrillo con la banca, y el Rey, del partido Comunista con los terratenientes, el de Felipe Gonzalez que renuncia al marxismo, a ser de izquierdas. Los traidores se entienden a la perfección y forjan la leyenda de Suarez y de Santiago Carrillo, que traicionan sus ideales. Suarez no fue un hombre de consenso, el consenso vino después, fue un hombre de concesiones. Habría sido un mito si en lugar de dimitir cuando lo dejaron sólo y f