La combi ilegal estaba frenada por obligación del semáforo que la retenía en esa esquina. Cuando me cruza, salé un spock de adentro, abre la puerta del acompañante y me dice: “vos vas a La Plata, amigo…" Lo miré fijo, levanté la cabeza y la luz verde indicaba que ya podrían haber emprendido el viaje si no fuese por mis 3 segundos de decisión. “Subí, amigo… hay lugar” – se anticipó - logrando que no piense más, que me remuerda la culpa de hacerlos esperar, con la puerta abierta y con el “amigo” -que no se malinterprete- tomando frío por mi...