Un buen día Eddie Edwards decidió que su mayor deseo era representar a su país, Inglaterra, en los Juegos Olímpicos de Invierno. Para conseguirlo decidió presentarse en una modalidad prácticamente inexistente en las islas, el salto de esquí. Después de entrenar tan solo dos años, y con un único salto de 77 metros en una prueba en Australia, Eddie consiguió que el Comité Olímpico Británico le dejara representar a Inglaterra en los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary ’88.