Investigadores franceses han descubierto que, para evitar "accidentes", los insectos se sirven de un verdadero "piloto automático" que elabora sus informaciones visuales para enviar impulsos eléctricos a las alas y enderezar el rumbo. Para descifrar el comportamiento de moscas y abejas, los tres investigadores reprodujeron la navegación de un insecto mediante un micro-helicóptero controlado a distancia, de 100 gramos de peso, bautizado como "Octavia", dotado de un sensor óptico que simula el ojo de la mosca.