A sus 54 años, Manuel de la Sierra, Marqués consorte de Urquijo, no era un hombre muy querido por sus más allegados. Sometía a su familia a malos tratos y sus hijos estaban hartos de que siempre escatimara en sus gastos. Las discusiones formaban una constante en el chalé de Somosaguas donde moraban y el ambiente familiar se mascaba tenso. Sin embargo, fuera de su domicilio a Manuel de la Sierra se le conocía por su educación y amabilidad.