España, un país donde según los cálculos más suaves, todavía existen 120.000 muertos en fosas y cunetas esperando sepultura, vive en las últimas semanas un estado de nervios exaltado. Faltan pocos días para que se remueva en Alfacar (Granada) la tierra donde descansa el gran símbolo de la represión, Federico García Lorca. Cuando las excavadoras y los equipos técnicos hurguen en el suelo donde se hallan sus restos junto a los de tres víctimas más, lo más probable es que al miedo, a la reserva, a las dudas y a la emoción las sustituya el alivio