Las llamadas “casas clavo” son edificios que siguen en pie, clavados, implacables, resistiendo y desafiando a las grúas del progreso, mientras nuevas infraestructuras o modernas construcciones se erigen a su alrededor. Sus dueños se niegan a demolerlas por no llegar a acuerdos con las miserias que les ofrecen los constructores y conviven con las obras y la maquinaria, hasta que, finalmente, no les queda más remedio que rendirse.