Cerca de un centenar de niños costarricenses cambiaron el martes sus juguetes bélicos por pelotas, muñecas o libros para colorear, en un gesto simbólico de rechazo a las armas, la violencia y las drogas, como parte de una campaña que impulsa el gobierno. Pistolas, fusiles y metralletas de plástico, espadas de pirata, puñales, robots con dispositivos de rayo láser y hasta un tiburón escupe llamas conformaban el arsenal desechado por los niños en el hospital público de Alajuela, a unos 20 kilómetros de la capital.