En 2009, el presidente estadounidense, Barack Obama, obtuvo el Premio Nobel de la Paz, porque, según el comité, “su diplomacia se basa en el concepto de que quienes dirijan el mundo deben hacerlo partiendo de los valores y las actitudes que comparte la mayoría de la población mundial”. En su segundo mandato, Estados Unidos no debe de quedarse fuera a la hora de firmar acuerdos mundiales sobre la paz y el desarme. Para empezar, debe remitir el Tratado sobre prohibición de minas de 1997 y mientras tanto, deshacerse de su arsenal de minas.