La suerte de los secuestrados españoles por Al Qaeda en el Magreb Islámico depende en buena parte de un solo hombre: Abderramán, Abú Hannas, el denominado juez del desierto, un dirigente religioso del que sólo existe una fotografía, la que aparece en los vídeos, oculto bajo su turbante mientras lanza soflamas incendiarias sobre la necesidad de crear un nuevo califato y un Gobierno islámico. Discursos que siempre terminan con la coletilla: "Pido a Alá morir por la yihad".