Los vecinos de Guipúzcóa (o como narices manden escribirlo ahora) están amotinados, todos a una, en pie contra el poder establecido. No aguantaban más. Por lo visto el problema era que el ayuntamiento les obligaba a reciclar más allá de lo razonable. Así lo contaba El País, ese Diario-Global-Mundial-Total, siempre tan sutil, recalcando que no se trata de cualesquiera ayuntamientos, qué va, son los de Bildu, ¡precisamente los de Bildu, faltaría más!: el que es malo es malo y no tiene remedio.