Hace unos años, e incluso unos meses, los cuatro países BRIC -Brasil, Rusia, India y China- eran la esperanza. Si los países ricos entraban en crisis, los anteayer pobres, los emergentes, tendrían la generosidad de darnos de comer, de tirar del carro. No en vano sus economías estaban creciendo a ritmos que doblaban y triplicaban (como en el caso de China cuando alcanzó los dos dígitos de su PIB, al 11%) las tasas de crecimiento de Estados Unidos y la Unión Europea, todos por debajo del 3%.