Es blanca, fina como la harina, y podría -entre otras cosas- contribuir a la lucha contra el calentamiento global. Se trata del "agua seca", una sustancia química patentada en la década de los '60 que ha llamado nuevamente la atención de los científicos, por la capacidad que tiene de almacenar metano, uno de los gases que provoca el efecto invernadero. Su nombre se debe a que el 95% es agua. El resto es silicio, el mismo material del que está formada la arena.