África, y antes Cuba, le robaron el corazón. Allá Pepe Rubianes se sentía libre y feliz. Y allá, entre leones y mulatas, serán esparcidas sus cenizas. En Cuba, adonde huyó herido de desamor, vivió dos alegres años a principios de los 80, y lo de África fue un flechazo de dos décadas, desde la primera vez que se perdió entre el paisaje humano de Kenia, donde se abrirá un dispensario con su nombre costeado por él