Tres son las condiciones que han empujado a las mujeres a la cárcel a lo largo de los siglos: la pobreza que castiga más a la población femenina, la "identificación del delito con el pecado" por imposición de la moral católica y los prejuicios sexistas hacia quienes "osaban apartarse del rol de dependencia y sumisión". A lo largo de la historia las mujeres han padecido prisión en peores condiciones que los hombres. También fueron encarceladas por actividades, como la prostitución, adulterio, abanndono de familia, aborto, etc.