Con las setas nunca se sabe, pero los expertos se arriesgan a pronosticar un buen año. Si la temporada pasada no estuvo a la altura de las expectativas por culpa de las lluvias irregulares y las altas temperaturas, este otoño las circunstancias parecen más propicias para que los catalanes puedan entregarse a una de sus pasiones: meterse en un bosque con una cesta y un bastón, caminar durante horas y, si tienen suerte, recoger unas cuantas setas.