7 meneos
120 clics
Las barbaridades del darwinismo social
Leopoldo II siempre había querido un imperio para Bélgica, pero tenía dos frenos: el primero, que su país era un figurante en el concierto de las naciones; y el segundo, que su propio gobierno no le hacía ni caso. Así que Leopoldo optó por una tercera vía: conquistar un imperio a su propio nombre. Y lo hizo de una forma tan despiadada como ingeniosa
|
Click para ver los comentarios