Notas sobre España (1937) - R. Louzon

One Big Union Monthly, octubre de 1937

La contrarrevolución en España por R. Louzon en La Revolution Proletarienne de París, bajo el título "Notas sobre España" Introducción y traducción de Joseph Wagner (1937) - R. Louzon, Joseph Wagner

Notas sobre España 

por R. Louzon

Cuando hace casi un año escribí en esta revista mis "Notas sobre Barcelona" eran notas sobre la España revolucionaria, como indicaba el subtítulo. Mis notas de hoy, sin embargo, son sobre la España contrarrevolucionaria.

Salí de España a finales de mayo; volví allí a principios de julio. Un mes es un tiempo tremendamente largo en tiempos revolucionarios… o contrarrevolucionarios. Durante ese mes de junio los acontecimientos se han sucedido con gran rapidez. Cosas que podían esbozarse tenuemente como hipótesis posibles en los días de mayo, se han realizado desde entonces a un ritmo acelerado.

La situación actual de España puede resumirse en dos hechos:

Primero: pérdida total del poder por parte de la clase obrera;

Segundo: transferencia del poder a manos de los fascistas españoles, por medio del partido comunista.

La clase obrera pierde el poder

Cuando digo que la clase obrera perdió el poder, naturalmente no estoy aludiendo al hecho de que ahora la C.N.T. ya no tiene representantes ni en el gobierno valenciano ni en el catalán. Los ministros del gabinete no son más que engranajes de la maquinaria del Estado burgués-capitalista, por lo tanto no es mediante su participación en la maquinaria del Estado burgués, sino mediante la creación de sus propias instituciones, que la clase obrera desarrolla su propio poder.

Si la clase obrera de España ha estado parcialmente en el poder hasta hace poco, eso se debe a que junto al poder del Estado burgués la clase obrera ha sido capaz de imponer el poder de sus propios órganos: los sindicatos, los comités de empresa, etc.

Hoy, este poder de la clase obrera es inexistente. Nunca se dirá demasiado que el poder político es esencialmente -casi se puede decir exclusivamente- un poder de represión; es la fuerza policial y la fuerza armada. Hoy la clase obrera de Cataluña ya no tiene poder policial ni armado.

Las "Patrullas de Control" de Barcelona y alrededores, de las que hablé en mi anterior artículo en esta revista, han desaparecido. Esta policía obrera, que funcionaba desde agosto de 1936, junto a la policía del Estado, fue disuelta el mes pasado, y esta vez no sólo sobre el papel, sino de hecho: todos sus miembros han sido desarmados, los más activos fueron encarcelados, los militantes más destacados han "desaparecido", eufemismo que significa asesinados.

Lo mismo ocurre con las milicias obreras. Allí donde existían estas milicias, cuyo deber era imponer el orden revolucionario a los fascistas declarados o camuflados, especialmente a lo largo de las extensas fronteras, han sido completamente desarmadas, sus mejores elementos fueron encarcelados, un cierto número de ellos asesinados.

En Barcelona y en toda Cataluña, no quedó nada en cuanto a ejércitos organizados, salvo los cuerpos mercenarios de la policía del Estado: los guardias de asalto, los guardias civiles, los carabineros.

Lo mismo ha ocurrido con el ejército. Trabajando bajo el Ministro de Guerra de la C.N.T. de Cataluña, la C.N.T. tenía antes el control del ejército de Aragón; después de que este puesto del Gabinete fuera asumido por el General Pozas, un designado del gobierno de Valencia, la maquinaria de mando fue perdida por las organizaciones obreras y cayó en manos del Estado.

Los militantes obreros, creadores de la milicia, que tras la "militarización" debían limitarse a trasladar su título de "delegaciones" a "filas" del ejército, se ven ahora obligados a pedir al Ministro de la Guerra la confirmación de dichos traslados y éste confirma a aquellos de los que cree no tener nada que temer, mientras pospone indefinidamente la confirmación de aquellos de los que duda, eliminando así a los unos y colocando a los otros en situación de obligación. Mediante este doble esquema, toda la jerarquía del ejército pasa a estar bajo el control directo del Estado.

Así, la policía y el ejército de los trabajadores han sido eliminados. Es cierto que todavía hay hombres en la policía, especialmente entre los guardias de asalto, que están de corazón con la clase obrera y con la C.N.T.; ciertamente los soldados del frente de Aragón y un buen número de oficiales "confirmados" del ejército no han olvidado su origen y cuando llegue el día estarán del lado del pueblo y no del Estado. Y cierto es que además de las armas visibles, hay muchas armas ocultas, pues el proletariado catalán, al parecer, ha conservado sus armas ocultas. Pero, todo eso no altera el hecho de que hoy ya no existen instituciones armadas obreras que funcionen regular y públicamente. La clase obrera sigue teniendo medios para luchar contra el poder, pero ya no posee órganos de poder.

Apartada de la policía y del ejército, la clase obrera está igualmente apartada de todas las instituciones auxiliares del poder. Los representantes de la F.A.I. (Federación Anarquista Ibérica) han sido excluidos de los tribunales populares de justicia, donde la representación de los trabajadores ha quedado reducida a una débil minoría. Los representantes de la C.N.T. han sido igualmente excluidos de un gran número de consejos municipales que han sustituido a los antiguos comités revolucionarios municipales (pero que no eran en realidad más que comités, ya que estaban compuestos por representantes de todas las organizaciones antifascistas, en una determinada proporción) con el pretexto de que la C.N.T. no ha repudiado su movimiento de protesta en los días de mayo. Los comités obreros de distrito ya no pueden funcionar y apenas pasa una semana sin que se emita algún nuevo decreto suprimiendo la representación de la C.N.T. así como de la U.G.T. en tal o cual Consejo o administración.

En todas partes el Estado, el Estado burgués, constituido en sus formas tradicionales, restablece su único y entero poder. Tanto en Cataluña como en Valencia, la clase obrera está ahora completamente excluida del poder: ha perdido el poder. Tal es la primera verdad que debemos establecer, pero hay una segunda.

¿Qué es el Partido Comunista Español?

La tan alabada política del Partido Comunista Español, dictada por Stalin, es suficientemente conocida a estas alturas: es la defensa de la burguesía y de la propiedad privada; no hay que tolerar más expropiaciones; los propietarios de tierras deben ser restablecidos en sus "derechos"; los pequeños y no tan pequeños empresarios deben ser organizados en sindicatos "laborales". Tal es el programa. Un programa de obstaculización y destrucción de las conquistas de la revolución; un programa de defensa burguesa.

Tal programa de defensa de la burguesía debería naturalmente haber atraído a toda la burguesía, y no ha dejado de hacerlo. La burguesía acudió en masa al partido comunista y a su anexo, el Partido Socialista Unificado de Cataluña, así como a la U.G.T. (Unión General de Trabajadores) catalana, fundada para su conveniencia. Se unieron en parte porque el programa del partido comunista era su programa, su programa de clase. Pero, sobre todo, se afiliaron por razones de seguridad personal. Ser sospechoso de fascismo era hasta hace poco un asunto muy serio. Pero, por la propia naturaleza de las cosas, el burgués siempre corre el peligro de ser sospechoso de eso mismo. ¿Qué mejor manera de evitar las sospechas que tener en el bolsillo un carné de miembro del partido comunista o de uno de los locales de la U.G.T.?

El partido comunista español y sus anexos se han convertido, pues, en organizaciones burguesas no sólo en virtud de su programa, sino también por su composición social. Pero a este primer hecho no tardó en seguirle un segundo: de todos los burgueses, los más interesados en alejar la sospecha del fascismo eran los mismos que eran realmente fascistas. Y así es como el partido comunista en su composición pronto se convirtió no sólo en burgués, sino sobre todo en burgués fascista. Ya sea en Valencia, donde el secretario de distrito del partido Gil Robles, entre otros, es actualmente miembro del partido comunista, o en pueblos alejados de Cataluña, los miembros más activos del partido comunista son antiguos miembros de la "Unión Patriótica" de la CEDA, etc. etc.

La España republicana pasa a manos del fascismo

Se deduce naturalmente que la política comunista española no es sólo una política burguesa, sino realmente una política fascista. A través del chanchullo en relación con el suministro de armas al gobierno español, habiendo conseguido los rusos dar los poderes del Estado a "su" partido, los seguidores fascistas del partido comunista hicieron que éste siguiera una política favorable a Franco, y los rusos fueron demasiado densos para darse cuenta de ello. Los hechos, sin embargo, son evidentes.

Mientras cientos de militantes de las organizaciones antifascistas eran asesinados y miles encarcelados, y mientras la ayuda prestada a España por las organizaciones extranjeras era sistemáticamente saboteada, la Falange, sí la Falange Española, la Falange de Franco, está haciendo propaganda abierta y está reclutando casi abiertamente en Cataluña. Los falangistas detenidos por las Patrullas de Control obreras (antes de su disolución) por intentos de sabotaje, ya están libres. Y mientras los antifascistas detenidos durante los dos últimos meses, especialmente los extranjeros, reciben un trato lamentable, se les mantiene en celdas sin aire de las que no se les saca ni un momento, y se les obliga, como a los presos de la calle Córcega de Barcelona, a hacer huelga de hambre, los fascistas encarcelados gozan de toda clase de favores, ¡hasta el punto de que los presos antifascistas de la Cárcel Modelo de Barcelona exigen que se les concedan los mismos derechos de los que gozan los presos fascistas de la misma cárcel! Finalmente, al no poder absolver a todos los fascistas sin demasiado escándalo abierto, las autoridades decidieron liberarlos bajo fianza de varios miles de pesetas. Los fascistas más notorios, que son ricos o que tienen amigos ricos, pueden así salir de la cárcel… por tiempo indefinido.

Gobierno de la derrota

Los hechos relatados anteriormente son suficientemente graves, pero lo que sigue lo es aún más. Se dice abiertamente que la caída de Bilbao se debió a la traición. La caída de Bilbao es el golpe maestro realizado por los fascistas, a través del partido comunista, por el derrocamiento del gobierno de Caballero en mayo.

Para aliviar la presión en el frente vizcaíno, el gobierno de Caballero había preparado una vasta ofensiva al sur de Madrid, donde el frente no está lejos de la frontera portuguesa, con la intención de cortar los ejércitos rebeldes en dos. Todo estaba preparado para la ofensiva que iba a comenzar a principios de mayo: Se habían reunido 75.000 hombres y se contaba con el material de guerra adecuado.

Pero, un par de días antes del lanzamiento de la ofensiva, el partido comunista torpedeó al gobierno de Caballero, obligando a su gabinete a dimitir y sustituyéndolo por el gobierno de Negrín, cuya primera tarea como jefe de gobierno fue anular la ofensiva preparada; las tropas reunidas se dispersaron y durante todo el mes siguiente no se hizo nada para aliviar el duro frente vizcaíno. La carta de dimisión del ministro vasco (por falta de ayuda del gobierno central) fue impedida de publicar por los censores, y se ordenó la suspensión de la revista madrileña C.N.T. por haberla publicado no obstante. Pero no se hizo nada para salvar Bilbao; era necesario que la ciudad cayera, pues así lo decidieron los fascistas del partido estalinista.

Sólo después de la caída de Bilbao -y la caída permitió a Franco retirar sin peligro una parte de sus tropas del norte- que iniciaron una ofensiva, pues al fin y al cabo era necesario que aparecieran haciendo algo… sobre todo a destiempo.

La suma de todos los hechos anteriores no puede dejar lugar a dudas: El gobierno de Negrín está totalmente dominado por la traición. La astucia de los fascistas, actuando al amparo de la estupidez estalinista, hace del gobierno Negrín, a tontas y a locas, un gobierno de derrota.

Si el gobierno de Negrín resiste, si no se destruyen las fuerzas malignas que lo llevaron al poder, las derrotas se sucederán continuamente. Eso será la victoria segura de Franco y la derrota segura no sólo de la revolución sino de la propia república. Esta es la segunda verdad que había que contar.

Causas de las derrotas del imperialismo ruso

La derrota de la república española será también una derrota de Stalin. Y a este respecto es interesante señalar que las graves derrotas sufridas en los últimos diez años por el imperialismo ruso se deben todas a la misma causa.

El imperialismo estalinista había experimentado dos notables derrotas: la de China, con el impulso de Chiang Kai Shek, y la de Alemania, con el ascenso de Hitler al poder. España le reserva una tercera derrota, pues o bien será derrotado dentro de la España republicana por las demás fuerzas antifascistas, o bien, si mantiene su dominio sobre la república española, será derrotado por Franco. Pero la causa de estas tres derrotas es la misma. Por extraño que parezca, esa causa es la absoluta incomprensión de Stalin de la lucha de clases: en los tres casos la política que llevó a Stalin a la derrota consistió en su desprecio del antagonismo de clases.

En China se imaginó capaz de casar el pez con la liebre: el Kuomintang burgués con los obreros y campesinos revolucionarios. Para impedir tal matrimonio, el Kuomintang masacró todo lo que era ruso. Después de haber proporcionado a Chiang Kai Shek los medios con los que conquistar toda China, desde Cantón hasta Pekín, el imperialismo estalinista se vio expulsado, de un día para otro, por ese mismo Chiang Kai Shek. 

En China se imaginó capaz de casar el pez con la liebre: el Kuomintang burgués con los obreros y campesinos revolucionarios. Para impedir ese matrimonio, el Kuomintang masacró todo lo que era ruso. Después de haber proporcionado a Chiang Kai Shek los medios con los que conquistar toda China, desde Cantón hasta Pekín, el imperialismo estalinista se vio expulsado, de un día para otro, por ese mismo Chiang Kai Shek.

En Alemania, Stalin imaginó que el vengativo Hitler se convertiría en un mejor apoyo para su lucha contra Polonia y los demás vecinos de la frontera occidental de Rusia que los tímidos socialdemócratas. Los dos dictadores podrían repartirse el botín existente si los Estados salían de los tratados de Versalles, al igual que sus predecesores reales e imperiales habían repartido y anexionado Polonia en el pasado. Por lo tanto, cada vez que antes del advenimiento de Hitler los comunistas de Alemania estaban listos para la acción, la Internacional Comunista les prohibía severamente hacer algo.

Pero, la atracción del "corredor" no cortaba mucho los intereses de clase de los partidarios de Hitler. Por muy antisocialista que se hubiera vuelto el régimen estalinista, la ausencia de propiedad privada en Rusia no les resultaba agradable; por muy opuesto a la revolución de octubre que fuera el régimen de Stalin, para el grueso del proletariado mundial, y especialmente para la clase obrera alemana, aparecía como la continuación de esa revolución y el símbolo de su emancipación; de ahí que la lucha dentro de Alemania contra el comunismo y contra la clase obrera no fuera compatible con una alianza con Rusia. Esa es la razón por la que Hitler, llevado al poder por los magnates del Ruhr para extirpar el comunismo y el socialismo en Alemania, no podía basar su política exterior en una alianza con Rusia, sino, por el contrario, en una lucha contra la U.R.S.S. De la llegada de Hitler al poder, Stalin esperaba un fortalecimiento del tratado de Rapallo; el primer acto de Hitler fue la destrucción de Rapallo.

Bajo diferentes formas, esta misma incomprensión del hecho de que la lucha de clases domina tanto la política exterior como la interior de los Estados es la causa que lleva al imperialismo ruso a su derrota en España.

Fue Rusia la que salvó a España en noviembre pasado. El hecho es incontestable: es una tontería negarlo o menospreciar el hecho. Sin los aviones rusos y sin la Brigada Internacional, que fue una creación comunista, todo habría acabado para la España republicana. El bloqueo del Sr. Blum -la mayor traición cometida por la socialdemocracia en toda su historia- estaba cumpliendo su cometido. Igual que fue la ayuda rusa la que permitió al Kuomintang conquistar China, fue Rusia la que permitió a la república española salvar Madrid… y lo demás.

Pero de nuevo, al igual que en China, donde Stalin creyendo así servir mejor a sus intereses imperialistas, ordenó al partido comunista de China colaborar con el Kuomintang, para defender los intereses de la burguesía china, al igual que en España, obligó a su partido a defender a la burguesía española contra la revolución.

El resultado será el mismo: al igual que en China, donde un buen día Stalin vio cómo sus seguidores eran masacrados en Nankín y en Hankow por los soldados de Chiang Kai Shek, en España se despertará un día de estos para darse cuenta de que su partido no es más que un anexo de la Falange, que ha asegurado la victoria a Franco.

La C.N.T. sigue viva

Ante la situación descrita, ¿qué hace la C.N.T.? ¿Cómo reacciona a la pérdida de poder del proletariado y al control fascista del poder burgués?

La C.N.T. se hace el muerto. Se guarda cuidadosamente de reaccionar. La C.N.T. permitió sin la menor protesta el desarme de las Patrullas de Control; prohíbe cualquier represalia por el asesinato de sus militantes (cifras oficiales: 60 miembros de la C.N.T. "desaparecidos"), y contra el encarcelamiento de sus miembros (cifras oficiales: 800 miembros de la C.N.T. encarcelados); se opone sólo con intervenciones respetuosas y defensa legal.

Mientras tanto sus fuerzas -así parece- están intactas. Tanto en Valencia como en Barcelona, la prensa de la C.N.T. es la más leída. Un camarada llegó a afirmar -y su afirmación parece ser muy cercana a la opinión general- que la C.N.T. nunca fue tan fuerte como ahora, pues el prestigio que pudo perder mientras participaba en el poder, ahora lo ha recuperado, y la estupidez de los estalinistas les hace cada día más fuertes.

Por otra parte, es cierto que sigue conservando sus armas, manteniéndolas en los lugares más inesperados.

Por último, los logros económicos de la revolución se conservan casi en su totalidad. Por regla general, los sindicatos y los colectivos obreros funcionan igual que antes. Despojada del poder político, la clase obrera sigue conservando el control económico.

Así, en Puigcerda, de la que dije el mes pasado que no sé si la obra de colectivización que había visto en febrero sigue vigente, y que es uno de los lugares donde la exclusión de los trabajadores del poder fue más completa y más brutal (siete asesinados desde finales de mayo, sin contar los anteriores; 50 encarcelados; presencia continua de 500 guardias en un pueblo de 4.000 habitantes). Los colectivos siguen vigentes casi en su totalidad, según me dijo uno de los militantes locales, con el que me reuní a mediados de julio: sólo se cerró la cooperativa del rayón; unos cuantos sastres y algunos otros elementos burgueses pertenecientes a la UGT se han separado de la cooperativa; "pero -añadió el camarada- esto estaba bien, pues por culpa de ellos nos vimos obligados a admitir representantes de la UGT en la administración de la cooperativa; ahora que estamos a nosotros mismos, podemos seguir adelante más abiertamente que antes."

Los sindicatos de C.N.T. en Puigcerda han sido desposeídos de su sala, pero se han limitado a ocupar otra sala, un poco menos imponente que la anterior. Y sólo esperan la llegada del suministro de papel para reanudar la publicación de su periódico local de las Juventudes Libertarias, Sembrador.

Así, bajo la tormenta, los compañeros de Puigcerda se han agachado, después de la tormenta se están enderezando. Y esto no es una especialidad de Puigcerda; es, creo, la política tradicional de la C.N.T.: "dejar pasar la tormenta".

Dejar pasar la tormenta y salvar todo lo que se pueda salvar. Avanzando paso a paso, y manteniendo sus posiciones menos atacadas y más sólidas lo más intactas posible. Estas posiciones en la actualidad son los sectores económicos. No comprometer sus fuerzas para guardarlas para el momento favorable, cuando las circunstancias sean propicias para una nueva ofensiva.

Sin embargo, esta no es una táctica nueva en la C.N.T. y el F.A.I.: es su táctica tradicional e histórica. Cuando los camaradas extranjeros, alarmados por estos repetidos retrocesos, por estos abandonos de posiciones de primera importancia sin lucha, comunican sus temores a los compañeros españoles, reciben invariablemente la siguiente respuesta: "No es la primera vez que nos persiguen, hemos conocido muchas otras; después de cada persecución salimos más fuertes que antes. Ahora ocurrirá lo mismo que en el pasado".

El optimismo que resulta de la fuerza de la C.N.T., una fuerza que no se basa en la masa de sus miembros, ni en la riqueza de sus tesoros, sino, si se me permite decirlo, en la moral.

Por sus principios, por su forma de ser y de actuar, la C.N.T. y la F.A.I. tienen profundas y múltiples raíces en todo el proletariado español. Por ello, disponen en todo momento de un importante número de militantes activos que pueden a la primera oportunidad favorable levantar la bandera y emprender espontáneamente la acción necesaria. La acción sindical y la moral anarquista están actualmente tan arraigadas en el cuerpo del proletariado español que no pueden separarse; ese vínculo no puede cortarse sin destruir al propio proletariado.

Es eso, sin duda, lo que explica la táctica expectante que sigue actualmente la C.N.T. y que quizás la justifica..

Original: www.katesharpleylibrary.net/70rzt