Hacia la pacificación social (y de Menéame)

El conflicto es inherente a la vida. Existen conflictos entre apetitos, necesidades, intereses, ideas y personas. Entramos incluso en conflicto con nuestro pasado y nuestro futuro, cuando estamos a solas con nuestra consciencia.

Algunos conflictos se pueden resolver, pero la mayoría simplemente se afrontan.

La pacificación social depende de que nuestro estilo de afrontamiento tienda al amor o al miedo/odio. Aquí amar es simplemente cuidar a otro, con la convicción de que es la única opción viable. El miedo es la preocupación de perder en el conflicto, y el odio es la necesidad de destruir a quien nos puede ganar.

Cuando insultamos, o nos negamos a escuchar, o nos reímos de la opinión de otros, incluso aunque el otro se haya equivocado claramente, estamos contribuyendo al conflicto, porque el error solo se subsana con la verdad, no con la mofa.

Algún día nos equivocaremos nosotros, y querremos que nos den una segunda oportunidad, querremos que nuestros errores sirvan para aprender, y no para justificar que se nos excluya. No querremos que nadie nos insulte ni nos tema por nuestros errores pasados.

Ningún ser humano puede sobrevivir en exclusión o en soledad. Necesitamos que otros nos guíen a través de nuestros puntos ciegos, y los demás necesitan que les guiémos a través de los suyos. Nuestra consciencia de la realidad nunca es completa ni puede serlo.

Se da la paradoja de que tenemos símbolos como Martin Luther King, del que en términos generales pensamos que hizo su lucha pacíficamente y con mucho amor de por medio. Si es cierto o no, da igual, pero esa imagen resuena en todos nosotros. Pero, ¿llevamos a la práctica la tolerancia?

Es evidente que no se puede tolerar a quien daña a los demás, o a quien sostiene un plan manifiestamente peligroso. Pero esa intolerancia no puede venir acompañada de miedo y odio.

No hay motivos para tener miedo de quien está manifiestamente equivocado. Aquel que daña a los demás descubrirá tarde o temprano las consecuencias de no respetar al prójimo. Tampoco hay motivos para odiar a quien desconoce su error.

Pero el conflicto está instalado en nosotros. Incluso aunque uno se convenza, llevarlo a la práctica es una tarea ardua. Entonces hay que luchar contra esa tendencia conscientemente, y aceptar deportivamente los goles que nos meta nuestra propia naturaleza.

Os invito a iniciar un nuevo camino en la sociedad y en Menéame. Evitad los conflictos. Rechazad el insulto directo y las faltas de respeto, aunque podáis tener razón. Cuando perdáis los papeles, no tengáis miedo, aceptadlo y seguid intentándolo. Sed pacientes con los demás, pero sobre todo, sed pacientes con vosotros mismos.

Un abrazo a la comunidad.