Parte 2: Equidistancia. La ideología del extremo centro radical

Siento no empezar este texto -como mandan los cánones- con una definición de la RAE. Se que es muy suyo, queda tan elegante como profesional, pero los que aquí nos hemos reunido hoy sabemos lo que es la equidistancia y a los que no lo sepan, les invito a seguir leyendo. A lo largo de estos párrafos desentrañaremos los ocultos significados de la equidistancia.

Antes de nada, este artículo tiene una parte 1 y una respuesta:

Parte 1: www.meneame.net/m/Artículos/equidistancia-ideologia-extremo-centro-ra

Respuesta de @Aiarakoa : www.meneame.net/m/Artículos/ellos-contra-ellos

Y ahora…

           Parte 2: La equidistancia y los equidistantes

Como no soy amigo ni de vendemotosbaratas, ni de malabaristas argumentales, vamos a entrar en la taberna disparando. Aquí las tres tesis fundamentales que se desarrollarán en el cuerpo del texto:

  1. Atacar la equidistancia es reivindicar el tomar partido, el posicionarse clara y sinceramente (aunque sea erróneamente, ya habrá tiempo de rectificar).
  2. La “equidistancia” no existe. TODOS consciente o inconscientemente defendemos unos intereses, si bien es cierto que no son siempre los mismo, pero no por altura de miras, sino por incoherencia ideológica (que en esta vida casi nadie es perfecto).
  3. Los humanos nos dividimos en clases sociales según nuestra posición social. Esto implica que ciertos grupos de humanos comparten intereses y necesidades (por muy heterogéneos que sean).

¿Y si la equidistancia no existe, quien demonios él es equidistante? También conocido como el ecléctico, el extremo centrista, el que tan pronto te hace la danza del vientre como el baile de los espejos, pero siempre entre humo y disuasión, nunca claro y directo, por el contrario, obtuso y -las más de las veces- incoherente, poco sólido y especialmente escurridizo.

 

A.     ¿Quién es el ser equidistante? ¿Como reconocerlo?

El equidistante ante todo es correcto, una persona bien, una persona fetén. Un hombre de orden, razonable, apegado a la lógica, incluso ¡científico! (salvo por el virus chino creado para desestabilizar occidente, o la vacuna cubana que todos sabemos que es aguarrás con suero fisiológico).

La gracia del ser equidistante es que moja el dedito gordo del pie en la piscina del debate y la controversia solo cuando puede rascar algo de rédito para sí mismo o sus falseadas posiciones ideológicas, pero nunca de forma sincera, nunca defendiendo tesis fuertes a cara descubierta, siempre por detrás, de manera sibilina: si me equivoco, que no se note mucho.

Lo que caracteriza realmente al equidistante es su ideología de cartón piedra. La falsedad de su posición “moderada” e “imparcial”. Mi buen amigo, el problema no es la moderación, la apreciación del matiz y la búsqueda de grises; bienvenido sea aquel que se interese en profundizar y alejarse de simplismo. El problema es quien desde el simplismo más vulgar sienta cátedra de los peligros del “adoctrinamiento” y el “dogmatismo” (siempre viendo la paja en el ojo ajeno a pesar de reventarse la cabeza contra la viga).

Reconocerás fácilmente al equidistante por sus preocupaciones humanistas, y -sobre todo- por su férreo compromiso con la democracia. Nuestro amigo equidistante es inflexible en sus condenas a las peores narcodictaduras del mundo: Venezuela, Cuba y compañía. Se conmueve ante la miseria del débil sea del bando que sea. El equidistante no es un derechista adocenado simpatizante de VOX, él también critica los padecimientos del pueblo palestino y Yemení, así como cualquiera que haya sufrido otros desastres del clima. Nuestro sincero paladín lucha esforzadamente tanto contra el “populismo socialista” como contra “las cosas malas que pasan no sabemos exactamente porqué” (si dices la palabra capitalismo se asusta y huye).

Es cierto que rara vez les verás criticar las atrocidades ocurridas en países dentro de la órbita de influencia del imperialismo estadounidense, no por nada, es que esas cosas no salen en la tele y tampoco pueden estar a todo.

El paladín de la democracia de cartón piedra te citará de carrerilla cada una de las atrocidades imperdonables del régimen soviético, de los problemas en España, ya tal…

Así pues…

B.     ¿Qué y cómo piensa el ser equidistante?

Pues no es fácil saberlo, a veces piensa X, a veces piensa Y. Siempre piensa Z, pero nunca lo expondrá públicamente, no quiere que le disparen en el lomo. Se parapetará en cortinas de humo y arrojará granadas de librepensamiento, de antiradicalismo, y de antidogmatismo (adjetivo que te vale tanto pa un roto como pa un descosío). Quizá lo que nuestro amigo equidistante no comprende es que no hay peor dogma que el que se asume de forma inconsciente (y por lo tanto, acrítica).

Él se preocupa enormemente por los radicales que polarizan todo ¡El mundo no es blanco o negro! Exclama indignado. No es blanco o negro, pero generalmente tú eres un adoctrinado radical-podemita de izquierdas (y si se ha creído realmente su papel de moderador admitirá que hay adoctrinados de derechas). Así pues, para el ¡No hay solo dos bloques!... Hay 3: los unos, los otros y él mismo, el único, el inigualable: EL LIBREPENSADOR (libre de pensar cualquier gilipollez sin fundamento, claro).

Y es que este es un punto central (y el más peligroso) de la no-ideología equidistante: “En el mundo no hay dos bloques, no hay buenos ni malos, a veces la derecha tiene razón y a veces lo tiene la izquierda, a veces gana el Barsa y a veces gana el Madrid, el mundo no es bipolar ¡Eso sería un simplismo!

Bueno, si y no.

Es cierto que no hay dos bloques, hay algunos más. A cada conflicto le corresponden diferentes posiciones enfrentadas que no siempre tienen que ser dos. Pero esto no quita, que en términos generales, muchos conflictos se subsumen (aun con toda su complejidad) en código binario: hay cosas que están bien y cosas que están mal; posiciones que nos hacen progresar como sociedad y posiciones que nos hacen retroceder; hay justicias e injusticias; y cuando hablamos de política y sociedad: hay clases populares y hay clases dirigentes. Así pues, en TODO conflicto habrá una tendencia que defienda los intereses de las primeras y una tendencia que defienda los intereses de las segundas.

Y, estimado equidistante, yo siempre voy con los míos. Llámame hooligan, pero limpiar la vota del patrón me da una urticaria terrible. Y ya tenemos la cuesta demasiado empinada como para encima andar poniéndonos palos en las ruedas los unos a los otros.

Que haya dos bloques, no significa que sean monolíticos, homogéneos e idénticos. Las contradicciones existen, nos equivocamos a menudo y la vida es suficientemente compleja como para reducir las cosas a un “conmigo o contra mi”. Pero esto no quita, que, te guste o no, y mientras sigamos bajo este modo de producción hay un ellos y un nosotros bien diferenciado.

El equidistante “quiere” abolir los frentes y las trincheras, que las clases concilien y se consiga una síntesis superadora. ¿Como concilias un despido? ¿y la deslocalización de las fábricas para embolsarse unos cuantos euros más? ¿Un desahucio? ¿la privatización de los servicios públicos? Es imposible conciliar intereses antagónicos. Y quien no quiere ver la existencia de intereses en esta sociedad este ciego o nos toma por tontos.

Que exista el antagonismo en nuestra sociedad no reduce todo al maniqueísmo de los buenos y los malos. Esas categorías de moralina del hacendado son absurdas. Esto no va de buenos y malos, va de que cada uno defiende lo suyo. Mientras que unos lo producimos todo otros se llevan todos los beneficios. Va de que unos se jubilan con canas y artrosis y otros acumulan capital que no podrán gastar en cientos de vidas (aun con su absurdo nivel de vida).

En la vida hay frentes y trincheras y si crees que no “necesitas” entrar en una es porque ya estas dentro.

Y bueno, hasta ahora todo muy bonito, pero vayamos a la magra

 

C.     ¿Todo esto para que vale? ¿Qué posición política ocupa el equidistante? ¿En la práctica qué consecuencias tiene la equidistancia?

Lo bueno si breve dos veces bueno.

El equidistante es o ecléctico o quintacolumnista.

A. Ecléctico porque realmente no tiene una formación sólida y su realidad material le permite poder posicionarse a veces con la clase obrera y a veces con la burguesía. Realmente percibe ciertas injusticias, pero ni llega ni quiere llegar al fondo del asunto. Fundamentalmente es ecléctico quien se puede permitir serlo, pero no nos engañemos, aquí nadie está libre de pecado y lo fácil es equivocarse. El problema del equidistante es que quiere elevarse sobre los mortales erigiéndose en juez y parte cuando en su afán de “conciliar” se suele posicionar con los de siempre.

B. Quintacolumnista es la rata cobarde siempre conocida. Un conservador recalcitrante que conoce perfectamente la insostenibilidad e impopularidad de sus posiciones y las oculta lo mejor que puede para que su discurso purulento se esparza todo lo posible. La existencia de estos personajes es lo que explica que a muchos equidistantes del primer grupo se les acabe tachando de reaccionarios (fachas).

 

Conclusiones:

La realidad es pura dialéctica, nada nunca es blanco o negro. Cuando desciendes al mundo de lo concreto la complejidad y diversidad de los fenómenos es infinita. Está claro que es necesario que conozcas la composición de una viga de acero para construir un puente, pero como no te quites la viga de la cara no vas a saber dónde empezar a construir.

Analizamos los fenómenos sociales desde la abstracción y la simplificación para poder entender la realidad que nos rodea y actuar sobre ella para cambiarla.

El que se esconda en la complejidad de los fenómenos como excusa para no posicionarse hace el juego al que quiere que nada cambie.

¿Es esto una oda al seguidismo acrítico? ¿Debemos ser becerros dogmáticos que repitan consignas simples y asumibles? No señor, esa es la tarea del equidistante. Nuestra tarea es comprender los conflictos en toda su complejidad cuanto más cerca de la realidad mejor. Y en ese sentido, está más cerca de la realidad algo que cubre el 90% de los casos, que algo que no cubre nada. Y no es fácil tener tiempo para informarse de todas y cada una de las controversias que van surgiendo en nuestro día a día. Así que, ante la duda, en caso de equivocarme prefiero equivocarme con la clase obrera, ya habrá tiempo de rectificar.

 

Para terminar...

Escribiendo esto me he dado cuenta de que buena parte del “problema equidistante” y los malentendidos que surgen (maniqueísmo, frentismo etc) tienen su origen en una concepción errónea de las clases sociales. Bien porque el equidistante afirma que no existen o bien porque no entiende las consecuencias de que existan.

¿Qué son realmente las clases sociales? ¿Cuántas clases sociales hay en nuestro sistema? ¿Un individuo puede elegir a que clase social pertenece? ¿Y que implica la pertenencia a cierta clase social? ¿Puedes escindirte de tu clase individualmente? ¿La clase DETERMINA tu comportamiento?

Si el tema interesa hago una parte 3 ¡gracias por llegar hasta aquí!

 

Hay un nosotros y hay un ellos, no permitamos que nos nieguen. Porque los ellos se reconocen entre si perfectamente, saben que intereses deben defender y entienden que negarnos y diluirnos en una masa informe es la única forma de evitar que nos organicemos y les demos un buen susto.

 

Como decía un lúcido italiano enemigo de las peluquerías:

Vivir es tomar partido, la indiferencia es el peso muerto de la historia ¡odia a los indiferentes!