Putin debe morir. El mundo no puede permitirse volver a caer en el error que dio lugar a la IIGM

Un titular que suena un tanto a película, como las muchas que hemos visto sobre terceras guerras mundiales y apocalipsis nucleares, pero que es así de crudo y de cierto. Partamos de una base que está formada por varios puntos. En primer lugar, Putin no es un dirigente democráticamente elegido. Sus victorias vienen acompañadas de multitud de denuncias de fraudes masivos. Además, la sociedad rusa vive en un Régimen en el que la opinión pública es controlada y manipulada más allá de cualquier apariencia de guardar al menos un poco las formas, como sí sucede en las democracias occidentales. Por tanto, ni Putin, al que se califica en ese terreno intermedio entre dictador y gobernante que es el de autócrata, no merece respeto como presidente emanado de las urnas, ni los rusos merecen pagar las consecuencias de haber elegido a un loco que amenaza con la guerra nuclear si no se le deja anexionarse un país, o parte de un país, vecino.

Pero es que sus amenazados, nosotros, los habitantes de los países que condenan esas violaciones del Derecho Internacional, tampoco nos merecemos ser atacados con bombas nucleares. La Humanidad no merece un intercambio de bombas atómicas, del mismo modo que el mundo no merecía ni una segunda, ni una primera guerra mundial.

Llevamos ochenta años hablando de pacifismo mientras se producían multitud de conflictos bélicos, no globales, pero con centenares de millones de víctimas civiles, y el sentido común mayoritario desechaba el uso de la violencia para resolver los conflictos. "Si los que ordenan las guerras fueran a morir en ellas, estas no se producirían", decíamos. También nos preguntábamos qué hubiera pasado si Hitler hubiera sido eliminado antes de alcanzar el poder, o al menos antes de declarar la Guerra. ¿Qué hubiera pasado si las democracias liberales en vez de permitir el ascenso y consolidación de Hitler hubieran reaccionado deshaciéndose metódicamente de cada uno de los dirigentes nazis y miembros de la red que les había llevado al poder? ¿Qué sucedería si esa palabra maldita para las dictaduras que es «injerencia» se refiriera a una verdadera y pública acción en contra de los gobiernos que amenazan con armamento nuclear si no pueden cumplir con sus planes y la "injerencia" no se limitara a unas cuantas manifestaciones callejeras en contra de la corrupción, como es el caso de Rusia?

¿Cómo hacer esto? ¿Cómo matar a Putin? No lo sé. Para eso los Estados tienen multitud de "resortes" que pueden poner en marcha y eliminar a un dirigente internacional, y a su anillo de poder, no debería ser un problema táctico mayor que los muchos a los que se pueden enfrentar en caso de una guerra convencional o nuclear. Lo que sí sé es que en un mundo en el que se nos va a obligar a tomar partido, o rendirnos o responder a su ataque, matar a Putin es la mejor solución, la que merece que pongamos nuestros deseos o energías como sociedad en ella, la más deseable porque es la que menos sufrimiento puede causar al mundo. Y si no se toma en serio, si no está sobre la mesa en los gobiernos, si no se convierte en una exigencia en la opinión pública, podría pensarse eso de que en las guerras siempre hay alguien que se hace rico y que, como las crisis, son una ventana de oportunidad para quien sabe aprovecharlas. Aunque nada bueno podría traernos una guerra, ni siquiera un Estado social y protector como el que llegó de forma pasajera tras la II Guerra Mundial en el Este y el Oeste de Europa, que no pudiera suceder de manera natural sin necesidad de guerras, ni impedirse por otros motivos que las mentiras que llevan a ellas.