¿Tienes una dosis que pasarme?

La mayoría jamás habría pensado verse en una así. Pero aquí estoy a mi edad, que ni canas peino, dando vueltas para conseguir mi dosis.

 

Así, tal cual, se lo contaba esta tarde a un amigo que, al tiempo, se moría de la risa viendome como un yonki desesperado.

 

He peregrinado (telefónicamente) por mi Centro de Salud, por mi Hospital de cabecera, por el centro de coordinación de Baleares y de vuelta al de Asturias.

 

Por el camino me he encontrado mucha gente amable tratando de ayudarme (y alguna que debiera replantearse dedicarse a otra cosa). Todos quieren que me meta mi dosis porque es lo mejor y es necesario. Pero ninguno me pasa una.

 

Solo mis íntimos conocen el secreto que me acompaña. No quiero que me señalen ni que ese estigma me acompañe. Otros lo dejarían pasar hastiados de dar vueltas y les comprendería perfectamente. Otros lo dejarían pasar por no saber que hacer. Pero yo soy terco y quiero mi dosis pese a todas las trabas que me encuentro.

 

Vivimos, por increíble que parezca, en tiempos de pandemia y revolucion digital en un país con sus CCAA y sus servicios de salud autonómicos y no interconectados entre si para el sistema de vacunación de Covid.

 

He tenido que ser yo quien se moviese y aportase mi certificado Covid expedido por Baleares para que lo introduzcan en el sistema asturiano y, por fin, me llamen para recibir mi 3ª dosis de vacuna. O eso espero.

Y en mi peregrinaje ya me han advertido que quizas en 6 meses me vuelva a tocar la misma historia, esta vez en Baleares.