Manifiesto de Unabomber (III)

12 Por lo general, los más sensibles sobre la terminología "políticamente correcta" no son los negros habitantes del gueto, ni los inmigrantes asiáticos, las mujeres maltratadas o las personas discapacitadas, sino una minoría de activistas que ni siquiera pertenecen a ningún grupo "oprimido", sino que provienen de estratos socialmente privilegiados. La corrección política tiene su mayor arraigo entre los profesores de universidad, que son gente con un empleo seguro y un salario confortable, y en su mayoría varones blancos procedentes de las clases medias y altas.

 13 Muchos izquierdistas sienten una intensa identificación con los problemas de grupos que tienen imagen de débiles (mujeres), derrotados (indios americanos), repelentes (homosexuales), o inferiores de cualquier otra manera. Nunca admitirán bajo ningún concepto que albergan estos sentimientos, pero es precisamente por su visión de estos grupos como inferiores por lo que se identifican con sus problemas. (No sugerimos que las mujeres, los indios, etc., sean realmente inferiores; sólo estamos haciendo un apunte sobre la psicología izquierdista). 

14 Las feministas están ansiosamente desesperadas por demostrar que las mujeres son tan fuertes y tan capaces como los hombres. Lo que sucede en realidad es que se sienten atenazadas por el temor a que las mujeres puedan no ser tan fuertes y capaces como los hombres. 

15 Los izquierdistas odian todo lo que tenga imagen de ser fuerte y exitoso. Odian América, odian la civilización occidental, odian a los varones blancos y odian la racionalidad. Las razones que alegan para odiar occidente, etc. claramente no coinciden con sus motivos reales. DICEN que odian occidente porque es guerrero, imperialista, sexista, etnocéntrico, y todo eso, pero cuando estos mismos defectos aparecen en países socialistas o culturas primitivas, enseguida encuentran pretextos y excusas para ellos o, como mucho, los admiten a regañadientes, mientras que señalan estas faltas (y las exageran en lo que pueden) cuando aparecen en civilizaciones occidentales. Así, está claro que estos defectos no son los motivos reales de los izquierdistas para odiar América y Occidente: odian América y Occidente porque son fuertes y exitosos. 

16 Palabras como "autoconfianza", "seguridad en uno mismo", "iniciativa", "empresa", "optimismo", etc. juegan un papel muy pequeño en el vocabulario progresista e izquierdista. El izquierdismo es antiindividualista, porque es procolectivista. Quieren que la sociedad esté ahí para resolver los problemas de todos, satisfacer las necesidades de todos y para que cuide de ellos. Un izquierdista no es la clase de persona que confíe en sus propias capacidades para resolver sus propios problemas y satisfacer sus propias necesidades. El izquierdista es enemigo del concepto de competencia porque, en su fuero interno, se siente perdedor. 

17 Las formas de arte preferidas por los intelectuales del izquierdismo moderno tienden a enfocarse en la sordidez, la derrota y la desesperación o, por otro lado, toman un tono orgiástico, renunciando al control racional, como si no hubiera esperanza de lograr nada a través de la racionalidad, y todo lo que le quedase al ser humano fuese abandonarse a las sensaciones o los impulsos del momento.

18 Los filósofos izquierdistas modernos tienden a rechazar la razón, la ciencia y la realidad objetiva, e insisten en que todo es culturalmente relativo. Es cierto que cualquier puede cuestionar seriamente los fundamentos del saber científico y, sobre todo, de qué manera puede definirse el concepto de realidad subjetiva. Pero es obvio que estos filósofos izquierdistas no son simplemente personas lógicas, de cabeza fría, que analizan sistemáticamente los fundamentos del conocimiento. Están profundamente envueltos emocionalmente en su ataque a la verdad y a la realidad como conceptos. Atacan estos conceptos impulsados por sus propias necesidades psicológicas. Por una parte, su ataque es una forma de dar salida a su hostilidad, y al ver que tienen éxito, el ataque satisface además su impulso por conquistar el poder. Más importante: los izquierdistas odian la ciencia y la racionalidad sistemática porque clasifican ciertas creencias como verdaderas (es decir, éxito, superior) y otras creencias como falsas (es decir, fracaso, inferior). Los sentimientos izquierdistas de inferioridad son tan profundos que no pueden tolerar ningún clasificación de algo como exitoso o superior mientras que otras cosas son fracasadas o inferiores. Esto se encuentra también tras el rechazo de muchos filósofos izquierdistas a conceptos como la enfermedad mental o el uso de los test de coeficiente intelectual. Son antagonistas de las explicaciones genéticas de las habilidades o conductas humanas porque estas explicaciones tienden a hacer aparecer a algunas personas como superiores o inferiores a otras. Prefieren otorgar a la sociedad el mérito o la culpa de una habilidad o carencia individual. Así, si una persona es "inferior", no es por su culpa, sino que es culpa de la sociedad, porque no ha sido educada correctamente. 

19 El izquierdista no es, por lo normal, la clase de persona a la que sus sentimientos de inferioridad convierten en un fanfarrón, un egoísta, un abusón, un trepa o un competidor despiadado. En general, se trata de personas que no han perdido completamente la confianza en sí mismas. Tienen un déficit en su sentido de evaluar su propia capacidad y su valor, pero aún se pueden percibir a sí mismas como personas fuertes, y precisamente de ese esfuerzo por mostrarse fuertes proceden algunos de sus comportamientos más desagradables. En nuestra opinión, y así lo afirmamos, TODOS, o casi todos los fanfarrones y los competidores despiadados, sufren de sentimientos de inferioridad. Pero el izquierdista está muy lejos de eso. Sus sentimientos de inferioridad están tan arraigados que le cuesta mucho concebirse a sí mismo como un individuo fuerte y valioso. De ahí es de donde procede el colectivismo del izquierdista: sólo puede sentirse fuerte como miembro de una organización más grande, o como parte de un movimiento de masas con el cual pueda identificarse.

20 Cabe destacar la tendencia masoquista de las tácticas izquierdistas. Protestan tumbándose ante los vehículos, provocan intencionadamente a la policía o a los racistas para que los maltraten, etc. Estas tácticas a menudo pueden ser efectivas, pero muchos las usan, no como medios para un fin, sino porque interiormente sienten satisfacción con estas tácticas masoquistas. El odio por uno mismo es una característica izquierdista. 

21 Los izquierdistas pueden proclamar que su activismo está motivado por la compasión o por sus principios morales, y los principios morales juegan un papel primordial en la psicología de los izquierdistas del tipo sobresocializado, pero la compasión y los principios morales no pueden son la base real de su activismo. La hostilidad es un componente demasiado destacado del comportamiento izquierdista, de igual manera que el impulso por el poder. Además, muchos de los comportamientos izquierdistas no son siquiera razonables ni lógicos para beneficiar a la gente a la que, supuestamente, pretenden ayudar. Por ejemplo, si uno cree que las acciones directas son buenas para la gente negra, ¿tiene sentido el demandar acciones directas en términos hostiles o dogmáticos? Obviamente será más productivo abordar el problema mediante una aproximación diplomática y conciliadora que, por lo menos, haga concesiones verbales y simbólicas a las personas blancas que piensan que las acciones directas los discriminan a ellos. Pero los activistas izquierdistas no utilizarán nunca ese enfoque, porque no daría ninguna satisfacción a sus necesidades emocionales. En realidad, ayudar a la gente negra no es su verdadera finalidad. En vez de eso, los problemas raciales les sirven como excusa para expresar su propia hostilidad y frustración por su necesidad de obtener poder. Con su actitud, en realidad sólo hacen daño a la gente negra, porque la actitud hostil de los activistas hacia la mayoría blanca tiende a intensificar el odio racial entre los diversos grupos.

22 Si nuestra sociedad no tuviera ningún problema real, los izquierdistas tendrían que INVENTAR problemas con objeto de tener una excusa para organizar un alboroto. 

23 Queremos insistir en que todo lo dicho no pretende ser una descripción exacta de todo el que pueda considerarse un izquierdista. Es sólo una indicación tosca de una tendencia general.