Sexto día

La ciudad sufre los estragos de la inestabilidad. La nobleza observa inquieta como el senado se sume en el caos, el gobierno comienza a ser imposible. La plebe y el ejército en cambio parecen aguantar mejor. Si morimos seguiremos siendo siervos del eterno emperador, bendita sea su obra, glorificado sea su cuerpo.

Al tercer día, un barco heresiarca trajo noticias sobre Aldebarán, habían cruzado ya Bora y estarían a estas alturas a punto de llegar a Evant.

Al cuarto día el Nebaris, buque del gremio de oro partió junto los heresiarcas de vuelta a su capital.

Al quinto día, el gran Sanatorio fue asaltado.

Una turba enfurecida de refugiados armados por la legión asaltó la fortaleza. La santa Caridad acusaba a los sanadores de desobedecer al senado y encerrar a los enfermos en sus cámaras así que instigaron a los clanes. Todo esto ocurrió sin que la Legión hiciera nada por detenerlo y con la Academia incapaz de hacer frente a la masa desatada. Se saquearon los laboratorios, se quemaron las bibliotecas y se descubrió la mentira.

No había nadie en las cámaras del sanatorio. Ni enfermos ni cadáveres.

* El portavoz del senado abre la sesión e invita a los clanes a tomar la palabra, sin embargo quien se levanta no es el líder habitual de los refugiados si no la mujer más grande que has visto en toda tu vida.

-Soy Domri, hablare yo hoy, ya que a mi predecesor le faltan las piernas.

Las diversas familias que componen los clanes hemos tenido que huir de nuestros hogares en Ostro y Cephir. Hemos sufrido lo indecible huyendo hasta Exaloc solo para descubrir una maldad que ni el mismo emperador perdonaría.

El asalto de ayer buscaba liberar los presos pero no encontramos a nadie en las celdas y tras aplastar la cabeza de algunos sanadores los demás confesaron la verdad.

Acuso al gran sanatorio de secuestrar a mi gente y usar la enfermedad como excusa, acuso al gremio de oro de vender a mi gente como esclavos en Amonta a cambio de sus asquerosos negocios y acuso a la academia de proteger y encubrir toda esta oscuridad.

*Bien, piensas, las cosas mejoran por momentos. La mitad de la ciudad se rebela mientras la otra mitad esclaviza. No puedes obviar, que Domri porta hombreras forjadas para la legión. Los clanes le deben mucho a Thorios.

*El revuelo en el Senado es atronador, comienzan las acusaciones entre las diversas facciones, hasta que habla el sabio Ezra.

-Benditos senadores, calma. Los clanes erran en su búsqueda de culpables. La facultad del fuego somos quienes hemos orquestado la salvación de Exaloc. El gremio y el sanatorio solo han ayudado.

Veréis, seguro que habéis oído hablar del fuego eterno, el arma secreta de la Heresiarca. Pues bien, la hemos logrado reproducir. Esto que llevo en mi mano es sangre de Golem, extraído de las minas de Amonta. Si se le añade cal viva, sal demoníaca, salitre y polvo de sphenicus se consigue lo siguiente. Permitidme enseñároslo.

*Ezra arroja la sustancia al suelo, luego lo hace prender naciendo las llamas. Entonces tras un gesto uno de sus discípulos trata de apagarlo con agua y es cuando una bola de fuego emerge casi engullendo al pobre ayudante. Al rato solo ascuas.

-Ahora imaginad esto contra el enemigo, pero solo en Amonta podemos extraer el material necesario. Y esos niños refugiados harán mejor picando en las minas que esperando la muerte en el asedio. El negocio continua, benditos senadores.