Poema - "Los amantes infinitos"

Ahora,

nos acariciamos más con los ojos.

Despojadas de la urgencia del deseo,

estas caricias,

-como el sol de última hora-,

son más lentas,

y más suaves,

y más largas,

se diría que no tienen ni principio ni final,

que siempre han estado ahí,

esperándonos,

para cuando nos hiciesen falta.

Ahora,

que empezamos a ser ya

poco más que un estorbo

en los planes de la vida,

son ellas las que nos salvan.

Y lo hacen de mil formas diferentes.

También,

haciéndonos esbozar

una pícara sonrisa

cuando a veces pensamos

en las otras.

Karmelo C. Iribarren