Reflexiones de una mosca al intentar salir por una ventana y chocarse reiteradamente con un cristal

Paso toda mi vida viendo el horizonte, el futuro, mi objetivo en la vida. Cada segundo de mi existencia tiene el mismo propósito, pero un muro invisible custodiado por un vigilante me impide llegar a él. Detrás del muro está lo que mis ancestros han llamado el paraíso, el montón de heces humanas.

El muro está custodiado por un guardián que parece que no come, ni bebe ni descansa y su único objetivo es hacer que no acuda a mi destino, el paraíso en la tierra, ese gran montón de mierda humana. Hay veces que desisto en mi misión y me retiro a trazar un nuevo plan para conseguir mi meta, sin embargo nada surte efecto. Después de cada incursión mi cuerpo acaba destrozado de tantos golpes, el cual ya está muy deteriorado por los ataques del gigante que ha acabado con más de 10000 de mis hermanos y algunos primos lejanos.

Lo único que me hace aguantar es el olor, esa fragancia que impregna la estancia. Esa mezcla putrefacta de heces produce un olor nauseabundo, asqueroso y vomitivo que hace que quiera seguir viviendo y alcanzarlo antes de que mis días aquí se acaben. Si no pudiera oler me hubiera dejado asesinar hace mucho por el gigante con el cetro mágico que lleva los cadáveres de mil generaciones entre sus agujeros.

Me acerco con cautela al muro invisible, pero esta vez no me invade la prisa y la desesperación, no quiero traspasarlo, solo hablar con el guardián. Estoy a escasos centímetros del muro y veo cómo él viene volando y se posa en el muro a la misma vez que yo y de la misma manera. No dice nada, ambos estamos callados, inicio la conversación de un modo amistoso.

—Buenos días, que la mierda este contigo. Hoy hace un gran día para comer mierda de la buena ¿Eh?.— Dije sin obtener respuesta.

—Bueno, me refiero que para quien tenga un buen montón de mierda cerca es un gran día porque el sol está calentando las heces y algunas se están derritiendo, haciendo que desprendan ese penetrante hedor ¡Uhmmm!. Incluso algunos pensarían que hoy es día para beber diarrea, algo que pasa pocas veces en la vida o por lo menos eso cuentas las viejas leyendas.—Dije esperando una respuesta que nunca llegó.

—Sé que no nos hemos llevado bien y que siempre acabamos topándonos uno contra el otro y eso no nos hace bien a ninguno, los 2 podríamos beneficiarnos si me dejaras ir contigo al otro lado del muro invisible. Yo podría comer mierda contigo y tú tendrías un compañero, alguien que estuviera contigo contándote historias divertidas e interesantes. Solo tienes que desactivar el muro y estaremos juntos.—Dije cómo último intento de ablandar su corazón, de repente note una gran sacudida y el muro se iba desplazando a la izquierda con nosotros encima.

Alce el vuelo para ver si se había desactivado de forma parcial el muro para poder cruzar al paraíso. Al momento de elevarme observé cómo el gigante con su cetro mágico hacía aspavientos cerca de la zona del muro desactivado, cómo protegiendo la zona para que no pudiera llegar a mi destino, él no sabía que tenía al vigilante de mi lado, ¡estúpido gigante! No pude elevarme más de un par de centímetros y descendí rápido al muro activo junto a mi futuro compañero. Tenía miedo y pegaba mi cuerpo contra el muro más que nunca, una y otra vez. El vigilante hacia lo mismo, no me quería abandonar.

Hice acopio de valentía y emprendí un viaje hasta la parte del muro invisible desactivado, este sería el último día de mi vida en el que estaría lejos del gran montón de mierda. Ese que mis ancestros solo habían podido soñar, había visto morir a cientos contra el vigilante y miles asesinados por el gigante, pero yo pasare y seré amigo del guardián del muro y juntos disfrutaremos del paraíso. Alce el vuelo y pase rozando el bastón mágico del gigante, no pudo alcanzarme, traspase el muro invisible por la parte desactivada, mi amigo había cumplido su parte del trato, estaba al otro lado.

Trate de hablar con el vigilante, sin embargo no lo advertí, fui al gran montón de heces humanas y bebí de su diarrea cómo el néctar de los dioses que era, me revolqué y disfrute cómo nunca lo había hecho. Al acabar el festín fui a buscar a mi amigo, no lo encuentre. Fui donde siempre nos observábamos, al muro invisible. Ahí estaba cómo siempre, no obstante esta vez era él el que estaba al otro lado. Ahora tengo una nueva misión, ser el guardián del muro y rescatar a mi amigo.