Montañas

Da igual desde donde se envíe el mensaje, la sensación es de abandonar el mundo momentáneamente, descansar de verdad en la profundidad de la nada. No morir, que aquí algunos se escandalizan cuando sale esta palabra y entonces la madre entra escandalizada en la habitación porque el niño tiene pensamientos suicidas. No, simplemente suspender la mente y desaparecer por algunas horas. ¿A alguien le suena esto? No me refiero a dormir.

La cabeza puede llegar a explotar después de que te intenten vender las piedras del suelo. Estoy desconcertado, perdido, no sé porque sigo escribiendo, o por qué he empezado. Quizá estoy detrás del mismo sentimiento o la misma sensación que produce un buen libro, la dulce lectura.

Me explico: Ahora estás leyendo un libro de naturaleza, por ejemplo, el cual describe unas montañas frondosas, verdes. Éstas parecen formadas por el efecto del agua a su paso, esas formas que estás seguro de haber visto en dimensiones mucho más reducidas. Como cuando entra una corriente en el mar, sorteando la arena, formando crestas. En nuestras montañas estas crestas van desde la planicie más cercana hasta que desaparecen por el lejano horizonte, siguiendo su lógico, pero tan aleatorio camino. Y… “Disculpa ¿tienes hora?” ¿De dónde proviene esa voz? ¿De las montañas? Ah, no, proviene de allá arriba, de esa persona que se mantiene ante ti, inquisitiva. Recuerdas que estabas leyendo tu libro sentado, apoyado contra la pared de una calle de “Noimportalandia”. Miras extraño sin comprender y acto seguido recobras la continuidad, te sonrojas por ese comportamiento inusual, el desconocedor del tiempo no conoce las montañas, no estaba allí contigo. Le das la hora, el “de nada”, la sonrisa de protocolo y vuelves a esas montañas tan lejanas pero tan confortables que no hace falta tumbarse en ellas para sentir su comodidad.

A eso me refiero, a esa sensación de posible bienestar al viajar con un libro, escribiendo o conversando con la persona indicada. Sensación de calma, una lámpara, una mesa cubierta por decorados peruanos, pero sobretodo la habitación, la cual es para mí solo.

Necesitaba cerrar compuertas. Algo así como Sion en Matrix, estar con mis pensamientos. Preguntarme a mí mismo tímidamente que es lo que quiero de verdad, como me siento. Siempre ataca ese sentimiento de soledad, automático, programado para estas ocasiones. Llevo semanas gritando en silencio por algo de intimidad, por encerrarme en mi territorio. Entonces la sensación se desvanece como asustada, no es el momento.

Cuando miro a mi alrededor en busca de que algo que hacer, siempre me acuerdo de la música, de mí música. Duele el recordarla [Perdí el móvil]. Sigo indagando y siempre llego a las mismas conclusiones: Leer o escribir, y en ocasiones es meditar o masturbarme. Lo cual es una gran combinación. Te despiertas nueve horas después.

El caso es que me aburro de mis pocas opciones. Muchas veces me hallo tirado sobre la cama pensando: “¿Por qué debería hacer algo? ¿Quién me lo ordena? Todos sabemos que la respuesta está ahí a fuera, en ese “ir y venir” inconsciente. De verdad, solo hay que detenerse en una calle concurrida y mirar a tu alrededor para ver la inutilidad de la prisa, o la de tu destino. Pero hablo como el yonki que les dice a los niños que la droga es mala. A menudo camino con prisa, a menudo estoy inquieto. Por eso por más que luche en mi mente que no quiero hacer nada, acabo levantándome de la cama de forma involuntaria y me pongo a hacer inutilidades.

Este texto es el resultado, lo cual es un arma de doble filo, verás: si te está pareciendo entretenido, me meterás prisa por escribir, y si no me darás un Valium o directamente me mandarás al psiquiatra, que tampoco está mal. Lo cual también es peligroso, porque si modifico mi escritura, si bajo su calidad, a lo mejor me gano un tratamiento gratis que puede que me paguen mis fans más tarados y si no, más estrés.

Ahora es cuando aparecen dos puertas de la nada, en las cuales aparece escrito: “Puerta 1: fama y locura”, “Puerta 2: Comerás comida del suelo pero tendrás paz en tu vida”. Difícil respuesta eh. Quién puede resistirse a la comida directamente sacada del suelo. Y luego un poco de paz para el “body” o “bodhi”.

Me gusta el budismo, me declaro fan de la meditación, pero a veces tengo dudas. Miedos tremendos. ¿Decaería mi nivel de idioteces por segundo (así se mide la potencia de mi cerebro) con un nivel más alto de calma en sangre? Mis estudios (aunque poco fiables, te los vas a tragar igual) revelan que cuanto más claridad mental, clarividencia de pensamiento y ausencia de impedimentos paranoicos, más carbón se le puede echar la tarea principal. Que sin lugar a dudas es pensar en llamas peinándose con su propia lengua, luego miran a cámara sonriendo, mostrando sus dientes negros por la coca.

A veces me pregunto que estoy haciendo con mi vida, pero bueno, al menos en esta habitación de hotel no hay un cristo enorme colgado en la pared. Voy a bajar a fumarme un cigarro.

Extracto del diario]]]]]] 16 Marzo de 2017, Cuzco, Perú.