Sobre autobuses transfóbicos: las Guerras Semánticas

Una reflexión en torno al flame del autobús "transfóbico" fletado por HO (ver www.meneame.net/story/indignante-autobus-transfobico-recorre-colegios-)

Parece que hay dos campañas contrapuestas.

- Una, de la Asociación de Familiares de Menores Transexuales Chrysallis, titulada "Hay niñas con pene y niños con vulva"

navarra.elespanol.com/articulo/sociedad/navarrachrysallis-difunde-camp

- Otra, de Hazte Oír, titulada "Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva"

verne.elpais.com/verne/2017/02/27/articulo/1488212911_849849.html

Como se ve, la simplicidad del debate es total. Zero sofisticación. Unos dicen A y otros dicen B. Pero lo curioso es que (como suele suceder cuando uno de los polos de debate es el mundo LGTB) a uno de los polos del debate se le acusa de FOBIA. Eso no pasa, por ejemplo, en el debate entre subir o bajar impuestos: los partidarios de una tesis no acusan a los partidarios de la tesis contraria de tenerles fobia. Ni en el debate sobre la cuestión territorial (que es encarnizado) ni en el de monarquía / república, ni en el de los refugiados, ni en la inmensa mayoría de debates políticos. Yo no soy votante de Rivera, por ejemplo, pero no por ello acuso a Rivera de tenerme fobia.

Ese es un primer punto que convendría ir aclarando. El no compartir una idea (en esta caso, la idea "hay niñas con pene y niños con vulva") no implica tener fobia a quienes sostienen dicha idea, del mismo modo que el defender la independencia de Cataluña no implica tener fobia a los que no la defienden. Esto, dicho sea de paso, es uno de los lemas fundacionales de este sub.

Luego está la raíz semántica del asunto, que es por lo que yo hablo de Semantic Wars. La famosa lucha por la "extensión de los derechos civiles" se libra en el terreno semántico. Por ejemplo, la cuestión del matrimonio "igualitario" se limitó a una modificación del significado de la palabra "matrimonio" para que pasara a incluír a parejas del mismo sexo.

Ahora lo que se propone es una modificación del significado de las palabras "niño" y "niña" que habían venido funcionando sin problemas desde hace siglos. Unos son partidarios de modificar el significado para ampliarlo; otros son partidarios de dejarlo tal cual.

En democracia, la legitimidad social se decide mediante el uso del lenguaje. El parlamentarismo es la apoteosis de esta práctica. Las cosas se deciden hablando, debatiendo, argumentando. Es por eso que la modificación de los usos lingüísticos, la modificación del significado de las palabras, es la herramienta con la que se logran (o no) nuevas legitimidades. El colectivo LGTB, a propósito de la cuestión de la transexualidad infantil, ha abierto un nuevo frente en las Semantic Wars. Y desde el minuto uno parece que van a usar la argucia de acusar a quienes osen debatir con ellos de emplear "discurso del odio" y ser "fóbicos". ¿Qué se gana con ello? Dos cosas: un debate lleno de ruido en vez de sosiego, y una apariencia de ser víctimas de una campaña de odio.

¿No es mejor el debate en libertad y respeto?