En un pequeño pueblo a las fueras de Sylhet (Bangladesh), Dipko, un niño de 17 años ha ido puerta por puerta para convencer a las familias de encontrar alternativas al matrimonio infantil. Cada puerta y cada conversación es parte de su misión de ayudar a las niñas y las mujeres en su comunidad. Él no sabe cuántas puertas ha picado pero es sin duda demasiadas para contarlas. Dipko comenzó su trabajo como activista al ponerse en contacto con un club de Unicef que capacita a los niños para convertirse en activistas por sus propios derechos.
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