Había una vez un chico de 38 años que llevaba una encuesta del CIS en la cabeza. Se llamaba Albert Rivera y caminaba hacia las próximas elecciones soñando despierto. A principios de mayo, los sondeos consagraban su partido político como el favorito para ganar las próximas elecciones y la revista masculina Esquire le hacía una cuidada sesión de fotos para su portada de junio como el político de moda camino de La Moncloa.
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