¿Cómo? Optando por una solución radical: desincentivar el turismo "low-cost", pobre, y priorizar el turismo "de calidad", rico, a través de mayores tasas que eleven el precio de la pernocta y que promuevan estancias más largas (de alrededor de una semana) frente a las visitas exprés de uno o dos días.
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