La representación política por cooptación, es una fábrica de mediocridades que se retroalimenta conforme pasa el tiempo. En los primeros años de la Transición, a la política llegaba lo mejor de la sociedad, personas que tenían mucho que aportar y poco que recibir, al menos económicamente, porque la inmensa mayoría obtenía mayores ingresos en su vida profesional. Hoy, casi ninguno de los políticos tiene vida profesional propiamente dicha. Algunos jamás han trabajado antes y la inmensa mayoría gana más en sus funciones representativa
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