Quien levanta el teléfono para alertar de la situación es Mònica Llena, educadora social por vocación - como casi todos en ese oficio-, que trabaja en el Cafè Just, uno de los tres comedores sociales de la ciudad que este miércoles cerrará y no precisamente por vacaciones. "No lo denuncio por los trabajadores, que nos quedamos sin trabajo, que ese es otro tema, sino por las 300 personas que comen cada día aquí, las personas más vulnerables, en las que nadie piensa".
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