Bares, bingos, casinos o salones de juegos, cualquiera de estos espacios tiene permitido establecer zonas para apostar. En 2017 se jugaron de manera presencial 330 millones de euros y 305 millones online. Esta situación ha generado, sobre todo entre personas de clase trabajadora, una alarma social que recuerda a aquellos años 80 en los que la heroína fue responsable directa de destrozar tantos hogares.
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