Cuando se trata del éxito económico alemán, resulta casi inevitable pensar en grandes marcas como Siemens, Mercedes Benz o Volkswagen. Son las firmas emblemáticas, las que tienen decenas de miles de empleados y gastan cientos de millones de dólares en publicidad.Pero para muchos conocedores, el secreto del poderío económico alemán no está en estos gigantes empresariales. En cambio, apuntan a un estrato de empresas más pequeñas, muchas veces de propiedad familiar, que pueden pasar desapercibidas ante gran parte de la opinión mundial.
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