La crisis, la conciencia ecológica, el calentamiento global y el ingenio logran cosas como estas: que una casa pueda generar energía a partir de los excrementos de quienes la habitan. Es lo que va a hacer un caserío de Oskotz, en el valle de Ultzama (Navarra). Utilizará los excrementos para abastecerse de energía mediante un sistema preparado para ser autogestionado con cuatro caballos y ocho personas que ocuparán la vivienda, el primer proyecto del mundo de estas características
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