El floreciente sector del comercio, la fabricación y la exportación de instrumentos de tortura por parte de empresas chinas está alimentando las violaciones de derechos humanos en todo África y Asia, según ha revelado una nueva investigación llevada a cabo por Amnistía Internacional y la Fundación de Investigación Omega. El nuevo informe muestra que ya hay más de 130 empresas chinas que participan en la fabricación y el comercio de este tipo de material, frente a las que 28 se dedicaban a este sector hace una década.
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