La mayor sorpresa de esta semana para los jóvenes colombianos Giovani, Iván y Horacio no fue ver a la selección de su país en octavos de final del Mundial de fútbol Brasil 2014, sino tener que dormir en la estación de autobuses de Río de Janeiro durante sus vacaciones. Al igual que estos tres colombianos, cientos de ciudadanos procedentes de otros países latinoamericanos se han visto obligados a pernoctar entre autobuses y maletas desde el pasado 12 de junio debido al elevado precio de los hospedajes de la "ciudad maravillosa".
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Algún día miraremos atrás y recordaremos el fútbol como aquel deporte primitivo donde 22 millonarios corrían tras una pelota, mientras millones de personas se mataban literalmente por seguir las batallitas de los millonarios con el escudo al que seguían.
Si los fanáticos del fútbol se echaran a la calle para cambiar las injusticias de los gobiernos de sus paises con las misma celeridad que lo hacen para celebrar la consecución de un trozo de metal con una borla de colores, otro gallo cantaría en este mundo de mierda.
PD: a dar #conciertos les mandaba yo a los de los hoteles.