Desde al menos desde hace una década, crece sin control en suelo rústico de protección agrícola de Arona, Tenerife, una ciudad ilegal. El modus operandi del crecimiento no es complicado: las fincas han sido segregadas en propiedades de 10.000 m2, el máximo que permite la ley, y a los compradores se les hacen partícipes de un porcentaje de la propiedad.En la práctica, todo el ámbito está dividido en parcelas que se encuentran a la venta y que se compran para levantar en ellas un lugar en el que vivir. En un espacio en el que no se puede hacer
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