Resulta obvio que para revalorizar un producto de bajo atractivo como esta vacuna, es necesario un estado de alarma generalizado como el actual que acelere el crecimiento de la demanda. Los países actualmente afectados no dan un nicho de mercado apetitoso para que la industria farmacéutica invierta en él, pero si la epidemia se extendiese por el mal llamado primer mundo los gigantescos beneficios estarían puestos en bandeja.
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