Brynjar Karl Bigisson, un niño islandés que padece un trastorno del espectro del autismo (TEA), quiso rendir un homenaje a este barco y construyó la maqueta del Titanic más grande del mundo con piezas de LEGO. Necesitó nada menos que 56.000 y empleó 700 horas de trabajo durante 11 meses. Lo hizo cuando tenía apenas 10 años y su obra llegó incluso a ser expuesta en museos.
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No se relaciona con otros niños, ni es capaz de mantener una conversación, ni siquiera te mira a los ojos.
Y cuando algo le molesta, o no le encaja, o le trastorna la rutina, se tapa la cara con las manos y puede estar así horas.
No sabemos si algún día será como capaz de valerse por sí mismo, si necesitará asistencia el resto de su vida.
Sus padres lo adoran, pero están asustados y agotados, la energía que requiere un crío así es descomunal. Y no tienen ni idea de lo que les deparará el futuro.
Escribo esto porque los niños autistas como el del artículo son la excepción.