La vida del consumidor orbita en torno al coronavirus desde mediados de marzo. Y aunque la preocupación sobre la enfermedad sigue baqueteando con fuerza al consumidor, en éste se aprecian ya los primeros síntomas de agotamiento, un agotamiento que se aprecia también en su percepción de la publicidad, a la que la gente reclama cada vez más normalidad. Cuando se inició la pandemia, el 17% de los consumidores confesaba buscar información sobre la enfermedad cada hora. Este porcentaje se ha reducido actualmente a apenas un 2%.
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Ésta es una carrera de fondo; hay que estar informado pero dedicando tiempo y pensamiento a otras cosas. A la vez, hay que tener muy presente el peligro mientras no haya un tratamiento bien probado e idealmente una vacuna. Para mí la calle está casi vetada de momento, pero estando en casa es deseable mirar varios temas.
Dejando esto de lado, lo último del artículo es para hacer rabiar a los que intentaron normalizar la situación respecto a las compras:
"(...) el 40% de los consumidores no tiene prurito alguno en reconocer que incurrió en injustificadas compras de búnker cuando estalló la pandemia. (...) Y a día de hoy sólo el 12% dice realizar compras más copiosas que antes de la crisis (quizás porque el 57% dice estar haciendo uso de los artículos acumulados en casa desde que se inició la pandemia)."
Eh, Campofrio.