Lo que espera a los 400.000 turistas en las playas de Río de Janeiro no son bañadores de infarto y arena blanca. Un biólogo se ha subido a un helicóptero para demostrar que muchos arenales la segunda ciudad de Brasil están plagados de heces y basura. Un artículo del The New York Times habla además de "cadáveres flotantes" en las zonas de baño.
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