Las noticias que llegan del proyecto del tren de alta velocidad La Meca-Medina, son preocupantes. Algunas para no dormir. No porque el amplísimo y a duras penas gobernable consorcio público-privado español no sea capaz de hacer valer su capacidad tecnológica para completar la obra, que la tiene y de sobra, sino porque las dificultades derivadas de su ejecución pueden poner en peligro la rentabilidad del contrato y llevar a sus adjudicatarios a cuantiosas pérdidas finales de no pactar con el Gobierno saudí.
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