Pacientes del centro cuentan cómo es por dentro: mala alimentación, poca intimidad, ruido y focos en lugar de ventanas. Casi todo lo que rodea al Hospital Zendal está envuelto en un halo de polémica. El centro no pone de acuerdo a casi nadie y solo hay un aspecto que suscita cierta consenso: la mala calidad de la comida. La disección que hacen a este diario pacientes y trabajadores del centro arroja más sombras que luces. A los problemas con los menús se suma la poca intimidad de los enfermos, el ruido constante del sistema de recirculación
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