(...) Nos encontramos ante una transición de fase, el sistema está empezando a comportarse de forma diferente y las viejas recetas ya no sirven. Vamos hacia una desglobalización, por las crecientes ineficiencias en el mercado de materias primas, que se destinarán cada vez menos a la exportación, en especial el petróleo, y por la emergencia de nuevos poderes globales, que complican el funcionamiento de un mercado de capitales que necesita instituciones pro-acreedoras para funcionar.
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