Strider -que así se llama la jirafa- aprovechó que unos visitantes al zoológico -una especie de Faunia británico- estaban distraídos mirando sus teléfonos móviles para meter la cabeza en su automóvil, en busca de comida. Cuando se dieron cuenta, los dueños se apresuraron a subir la ventanilla, lo que podía haber causado daños irreparables al animal. No obstante, el cristal explotó en mil pedazos y, milagrosamente, Strider resultó ilesa.
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